viernes, 22 de abril de 2011

VIERNES SANTO

Si Jesús volviera hoy,
no correría mejor suerte.
Volvería a ser ejecutado
por poner el dedo en la llaga,
por gritar las verdades que hieren,
las verdades que salvan;
por criticar nuestro estilo de vida,
por vivir trabajando para los demás;
por ser sincero, leal y valiente,
por decir la verdad.
¡Qué poco ha cambiado el corazón humano!
Todavía resulta peligroso tener ideales.
¡Qué poco ha cambiado la sociedad!
Todavía persigue a quienes critican
su forma de ser, sus leyes, sus valores.
Todavía se mata a los mejores!
¡Todavía se persigue a los mejores!
Jesús, Tú que nos enseñaste
que es posible vivir de otra forma:
Tú que diste tu vida, aún teniendo miedo,
horror y angustia,
por nosotros tus hermanos;
Tú que sufriste soledad y vergüenza,
cuando fuiste abandonado por todos
por seguir adelante y defender tus ideales,
haznos compañeros tuyos;
perdona nuestras debilidades y faltas.
Danos fuerzas para seguir tus huellas.
Somos del montón y nos da vergüenza
confesar que no tenemos alegría
a pesar de nuestra cara,
a pesar del aplauso halagador,
a pesar de ser como todos,
a pesar de la comodidad.
Jesús, ten cuidado, no sea que te encuentres
nuevamente con nuestra traición.

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