lunes, 26 de agosto de 2013
domingo, 25 de agosto de 2013
XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
En aquel tiempo, Jesús, de
camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó:
“Señor, ¿serán pocos los que se salven?”. Jesús les dijo: “Esforzaos en entrar
por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.
Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y
llamaréis a la puerta, diciendo: ‘Señor,
ábrenos’; y él os replicará: ‘No sé quiénes sois’. Entonces comenzaréis a
decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas’.
Pero él os replicará: ‘No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados’. Entonces
será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, lsaac y Jacob
y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera.
Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa
en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que
serán últimos”.
Lc.
13, 22-30
lunes, 19 de agosto de 2013
SEAMOS LUCES DE ESPERANZA
Homilía del Papa Francisco el 24 de julio en el Santuario de
Aparecida (Brasil), durante la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Puedes leerla íntegramente en este enlace.
domingo, 18 de agosto de 2013
XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
En aquel tiempo, dijo Jesús
a sus discípulos: “He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya
ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante,
una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres;
estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre
contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera
contra la suegra”.
Lc. 12, 49-53
lunes, 12 de agosto de 2013
domingo, 11 de agosto de 2013
XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
En aquel tiempo, dijo Jesús
a sus discípulos: “No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a
bien datos el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que
no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan
los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará
también vuestro corazón. Tened ceñida
la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a
que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los
criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se
ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la
noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si
supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un
boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos
penséis viene el Hijo del hombre”.
Pedro le preguntó: “Señor,
¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?”. El Señor le respondió: “¿Quién
es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su
servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así.
Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado
piensa: ‘Mi amo tarda en llegar’, y empieza a pegarles a los mozos y a las
muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día
y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los
que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto
a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo
digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá;
al que mucho se le confió, más se le exigirá”.
Lc.
12, 32-48
lunes, 5 de agosto de 2013
ME RESTRIEGO LOS OJOS ANTE ESTE PAPA
Me restriego los ojos y me pregunto: “¿Esto
está pasando?” El
papa Francisco en la apariencia no ha cambiado nada: los divorciados y vueltos a casar siguen
sin poder comulgar, las monaguillas están prohibidas en la Iglesia, la ley del
celibato obligatorio permanece vigente, de la ordenación de las mujeres no se
puede hablar porque lo prohibió Juan Pablo II. que va a ser canonizado a pesar
de haber cerrado los ojos a las barbaridades de Maciel, todavía hay sectores en
la Iglesia que prohiben a sus seguidores comulgar en la mano, el Vaticano sigue siendo un Estado independiente con cárcel, jueces,
banco y hasta embajadores en todo el mundo, los homosexuales son
teóricamente unos enfermos que tienen que curarse y si no no pueden acceder a
los sacramentos…
¿Ha cambiado algo en la Iglesia realmente con la
llegada del papa Francisco? Todo
y nada. He visto a un papa hacer
su viaje trasantlántico en un vuelo regular, subir la escalerilla del avión
cargando con su propio maletín, moverse en un Fiat bastante normalito por las calles
brasileñas y sin papamóvil blindado, darle un beso a una presidenta guapetona,
reír, tocar, pararse, romper todos
los protocolos y sobre todo hablar con naturalidad, como si fuera un hombre normal,
con palabras de la calle, metáforas de andar por casa y, oh
maravilla, ¡se entiende!
Està haciendo cosas que hicieron sus predecerores
Wojtyla y Ratzinger, como es
bañarse en multtudes y recibir los vivas de jóvenes ululantes en medio de un
país que al mismo tiempo se lleva levantando masivamente estos días contra las
injusticia. ¿Dónde está la diferencia? En el cómo. ¿Es un formalista, un populista de peronismo neocatólico, un comunicador sin precedentes en
la Iglesia, algo
que arranca titulares y planos de telediario o algo más?
En primer lugar lo que está diciendo, además de dar
una bendición con la imagen de la Virgen y apoyarse en la piedad popular, es
revolucionario. Ha pedido a los jóvenes argentinos en un
encuentro que armen “líos” en sus diócesis, que salgan a la calle porque la
encarnación de Cristo, su palabra y su cruz siguen desestabilizando. Ha cumplido su palabra de ir a la periferia, y en las favelas de un
Brasil prohíbido y delincuente ha denunciado las injusticias de un mundo
opulento que les
mantiene en la marginación, como lo hizo en Lampedusa con los inmigrantes. No
tiene miedo de acusar a la propia Iglesia, de dar pasos contra su corrupción
interna y de pedir una metanoia, una conversión, un cambio desde dentro.
Por eso me restriego los ojos. Yo, que he recibido
codazos por acercarme y ver de cerca a un papa; que he sido censurado,
destituido y silenciado por publicar que un papa estaba enfermo y por contar en
los papeles hechos objetivos y vergonzosos que ocurrian en la Iglesia
real, me restriego los ojos y digo: Las formas ya son un contenido. El
medio es el mensaje y masaje que diría MacLuhan. Digo
que lo que está pasando es evangélico sencillamente porque, después de siglos,
lo que veo me acerca a Jesús más
que el oro de las casullas y estolas y la turística guardia suiza. Y porque
todo lo hace sencillamente y con sabor auténtico.
¿Que lo de Brasil sigue teniendo mucho de folklore,
fiesta popular, farolillos de feria y contagio de multitudes? Si, porque en
esta vida todo es ambíguo y hay mucha gente que se queda en la superficie, los
fuegos artificiales; que
“se queda con la música y no con la letra”, como le dijo el padre Tucci una vez
a Juan Pablo II después de uno de sus viajes. Pero aquí
la letra es explosiva y sé de muchos instalados en el neoliberalismo económico
que empiezan a estar cabreados.
Una religiosa amiga me decía: “Tengo
miedo. Le va a pasar algo. A
este se lo cargan”. Le respondí: “Pues mira, él no tiene ningún miedo. Se
le ve por encima, seguro de lo que hace, como si caminara más
allá del propio “yo”, como si estuviera centrado en Algo y Alguien que le
da fuerzas y lo demás le diera igual“. Es más, me atrevería a
decir que si le mataran -Dios no lo permita- le harían un favor, porque
desde su punto de vista se parecería más a Cristo.
¿Y no aseguran algunos que de fondo es conservador y
que esos otros cambios reales nunca llegarán? Mi respuesta es que si
consigue una Iglesia más pobre, más humilde, más servicial, más libre,
menos emporifollada, más unida intenamente y sobre todo menos centrada en sí y
de vuelta al Evangelio de Jesús, me doy con un canto en los
dientes. Por todo eso, ne restriego los ojos.
Pedro Miguel Lamet en 21rs
domingo, 4 de agosto de 2013
XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:
“Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. Él le contestó:
“Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?”. Y dijo a la gente: “Mirad: guardaos de toda
clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus
bienes”. Y les propuso una parábola: “Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y
empezó a echar cálculos: ‘¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha’. Y se
dijo: ‘Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más
grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces
me diré a mi mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate,
come, bebe y date buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘Necio, esta noche te van a
exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?’. Así será el que amasa
riquezas para si y no es rico ante Dios”.
Lc. 12, 13-21
jueves, 1 de agosto de 2013
LA VACACIÓN EMPIEZA DENTRO
Decía Gide que “el verano se impone y obliga toda el
alma a la felicidad”. Pero uno puede irse de vacaciones y dejar el alma en
casa, encima del piano (como se decía antes) o sobre el aparador. Y uno puede
coger un avión y viajar a las Maldivas y no tener el corazón de vacaciones. O
gastarse en una costosa travesía en yate y continuar preso de las tensiones del
asfalto, el estrés y el imperio del teléfono móvil.
La vacación empieza dentro. Es una actitud, una
limpieza mental, un cambio de chip, una inmersión en la frescura, un salto
gratuito, como el de estos muchachos que improvisan playa, costa, velero, natación, felicidad en
este sencillo rincón de jardín
con manguera y en medio del calor canicular.
Si ensayáramos ahora que tenemos más tiempo esta
forma de veraneo, quizás pudiéramos, en cierta medida, seguir de vacaciones
todo el año. Porque el descanso, la paz, la alegría son mucho más que un lugar,
un hotel, una playa o cualquier cosa que se pueda adquirir con dinero. Nacen de
un gesto del alma.
Pedro Miguel Lamet en 21rs
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