domingo, 25 de agosto de 2013

XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: “Señor, ¿serán pocos los que se salven?”. Jesús les dijo: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’; y él os replicará: ‘No sé quiénes sois’. Entonces comenzaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas’. Pero él os replicará: ‘No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados’. Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, lsaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos”.


Lc. 13, 22-30

lunes, 19 de agosto de 2013

SEAMOS LUCES DE ESPERANZA


Homilía del Papa Francisco el 24 de julio en el Santuario de Aparecida (Brasil), durante la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Puedes leerla íntegramente en este enlace.

domingo, 18 de agosto de 2013

XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.


Lc. 12, 49-53

domingo, 11 de agosto de 2013

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien datos el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”.
Pedro le preguntó: “Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?”. El Señor le respondió: “¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: ‘Mi amo tarda en llegar’, y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”.


Lc. 12, 32-48

lunes, 5 de agosto de 2013

ME RESTRIEGO LOS OJOS ANTE ESTE PAPA

Me restriego los ojos y me pregunto: “¿Esto está pasando?” El papa Francisco en la apariencia no ha cambiado nada: los divorciados y vueltos a casar siguen sin poder comulgar, las monaguillas están prohibidas en la Iglesia, la ley del celibato obligatorio permanece vigente, de la ordenación de las mujeres no se puede hablar porque lo prohibió Juan Pablo II. que va a ser canonizado a pesar de haber cerrado los ojos a las barbaridades de Maciel, todavía hay sectores en la Iglesia que prohiben a sus seguidores comulgar en la mano, el Vaticano sigue siendo un Estado independiente con cárcel, jueces, banco y hasta embajadores en todo el mundo, los homosexuales son teóricamente unos enfermos que tienen que curarse y si no no pueden acceder a los sacramentos…
¿Ha cambiado algo en la Iglesia realmente con la llegada del papa Francisco? Todo y nada. He visto a un papa hacer su viaje trasantlántico en un vuelo regular, subir la escalerilla del avión cargando con su propio maletín, moverse en un Fiat bastante normalito por las calles brasileñas y sin papamóvil blindado, darle un beso a una presidenta guapetona, reír, tocar, pararse, romper todos los protocolos y sobre todo hablar con naturalidad, como si fuera un hombre normal, con palabras de la calle, metáforas de andar por casa y, oh maravilla, ¡se entiende!
Està haciendo cosas que hicieron sus predecerores Wojtyla y Ratzinger, como es bañarse en multtudes y recibir los vivas de jóvenes ululantes en medio de un país que al mismo tiempo se lleva levantando masivamente estos días contra las injusticia. ¿Dónde está la diferencia? En el cómo. ¿Es un formalista, un populista de peronismo neocatólico, un comunicador sin precedentes en la Iglesia, algo que arranca titulares y planos de telediario o algo más?
En primer lugar lo que está diciendo, además de dar una bendición con la imagen de la Virgen y apoyarse en la piedad popular, es revolucionario. Ha pedido a los jóvenes argentinos en un encuentro que armen “líos” en sus diócesis, que salgan a la calle porque la encarnación de Cristo, su palabra y su cruz siguen desestabilizando. Ha cumplido su palabra de ir a la periferia, y en las favelas de un Brasil prohíbido y delincuente ha denunciado las injusticias de un mundo opulento que les mantiene en la marginación, como lo hizo en Lampedusa con los inmigrantes. No tiene miedo de acusar a la propia Iglesia, de dar pasos contra su corrupción interna y de pedir una metanoia, una conversión, un cambio desde dentro.
Por eso me restriego los ojos. Yo, que he recibido codazos por acercarme y ver de cerca a un papa; que he sido censurado, destituido y silenciado por publicar que un papa estaba enfermo y por contar en los papeles hechos objetivos y vergonzosos que ocurrian en la Iglesia real, me restriego los ojos y digo: Las formas ya son un contenido. El medio es el mensaje y masaje que diría MacLuhan. Digo que lo que está pasando es evangélico sencillamente porque, después de siglos, lo que veo me acerca a Jesús más que el oro de las casullas y estolas y la turística guardia suiza. Y porque todo lo hace sencillamente y con sabor auténtico.
¿Que lo de Brasil sigue teniendo mucho de folklore, fiesta popular, farolillos de feria y contagio de multitudes? Si, porque en esta vida todo es ambíguo y hay mucha gente que se queda en la superficie, los fuegos artificiales; que “se queda con la música y no con la letra”, como le dijo el padre Tucci una vez a Juan Pablo II después de uno de sus viajes. Pero aquí la letra es explosiva y sé de muchos instalados en el neoliberalismo económico que empiezan a estar cabreados.
Una religiosa amiga me decía: “Tengo miedo. Le va a pasar algo. A este se lo cargan”. Le respondí: “Pues mira, él no tiene ningún miedo. Se le ve por encima, seguro de lo que hace, como si caminara más allá del propio “yo”, como si estuviera centrado en Algo y Alguien que le da fuerzas y lo demás le diera igual“. Es más, me atrevería a decir que si le mataran -Dios no lo permita- le harían un favor, porque  desde su punto de vista se parecería más a Cristo.
¿Y no aseguran algunos que de fondo es conservador y que esos otros cambios reales nunca llegarán? Mi respuesta es que si consigue una Iglesia más pobre, más humilde,  más servicial, más libre, menos emporifollada, más unida intenamente y sobre todo menos centrada en sí y de vuelta al Evangelio de Jesús, me doy con un canto en los dientes.  Por todo eso, ne restriego los ojos.

Pedro Miguel Lamet en 21rs

domingo, 4 de agosto de 2013

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. Él le contestó: “Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?”. Y dijo a la gente: “Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. Y les propuso una parábola: “Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ‘¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha’. Y se dijo: ‘Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mi mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?’. Así será el que amasa riquezas para si y no es rico ante Dios”.

Lc. 12, 13-21

jueves, 1 de agosto de 2013

LA VACACIÓN EMPIEZA DENTRO


Decía Gide que “el verano se impone y obliga toda el alma a la felicidad”. Pero uno puede irse de vacaciones y dejar el alma en casa, encima del piano (como se decía antes) o sobre el aparador. Y uno puede coger un avión y viajar a las Maldivas y no tener el corazón de vacaciones. O gastarse en una costosa travesía en yate y continuar preso de las tensiones del asfalto, el estrés y el imperio del teléfono móvil.
La vacación empieza dentro. Es una actitud, una limpieza mental, un cambio de chip, una inmersión en la frescura, un salto gratuito, como el de estos muchachos que improvisan playa, costa, velero, natación, felicidad en este sencillo rincón de  jardín con manguera y en medio del calor canicular.
Si ensayáramos ahora que tenemos más tiempo esta forma de veraneo, quizás pudiéramos, en cierta medida, seguir de vacaciones todo el año. Porque el descanso, la paz, la alegría son mucho más que un lugar, un hotel, una playa o cualquier cosa que se pueda adquirir con dinero. Nacen de un gesto del alma.


Pedro Miguel Lamet en 21rs