domingo, 22 de diciembre de 2013

IV DOMINGO DE ADVIENTO


Bécquer dijo una vez: “¿cómo la palabra, cómo un idioma grosero y mezquino, incapaz a veces de describir las necesidades de la materia puede servir de digno intérprete entre dos almas?”
Os confieso que hoy me siento así: he escrito y reescrito ideas sobre este texto y siento que ninguna termina de transmitir lo que siente mi corazón al leerlo. Quizás es que estoy poco inspirada… o igual es que tengo poco que añadir a lo que el Evangelio nos cuenta esta semana… Pero la verdad es que, cuando leo el fragmento de este domingo, cuando lo rezo tranquilamente o con prisas, me quedo una y otra vez en una sola frase… en tres palabras que me sobrecogen por el gran secreto que guardan, que me emocionan y me sobrepasan por el Amor que hay en ellas, tres palabras que me transforman por todo lo que implican… Tres palabras, sólo tres palabras que son la clave de todo:
Dios CON nosotros
Así que (a riesgo de no renovar mi contrato de comentarista de Evangelios) hoy no haré un comentario…  he decidido dejaros a solas con estas palabras, dejar  que sea Dios quien os hable directamente y no interferir con mi comentario…  Os invito a que busquéis un rato para rezarlas tranquilamente, para gustarlas, para sentir lo que significan para vosotros… Ojalá, a través de ellas, el Señor pueda encontrar  una vez más el camino para tocar vuestro corazón como ha tocado el mío.
¡Feliz Navidad a todos!
Nade

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