miércoles, 7 de mayo de 2014

IV ESTACIÓN: LOS SOLDADOS CUSTODIAN EL SEPULCRO


Mientras ellas caminaban, algunos de la guardia fueron a la ciudad y contaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Éstos se reunieron a deliberar con los senadores y ofrecieron a los soldados una buena suma encargándoles: “Decid que de noche, mientras vosotros dormíais, llegaron los discípulos y robaron el cadáver. Si llega la noticia a oídos del gobernador, nosotros lo tranquilizaremos para que no os castigue”. Ellos aceptaron el dinero y siguieron las instrucciones recibidas. Así se difundió ese cuento entre los judíos hasta el día de hoy.
Mt. 28, 11-15

Qué acertado el comentario de un Padre de la Iglesia cuando dice a los soldados “si dormíais ¿por qué sabéis que lo han robado? Y si lo habéis visto, ¿por qué no se lo habéis impedido?”. Y es que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y en esta realidad estamos todos. Muchas veces en nuestras vidas adoptamos la postura de los soldados. Cerramos nuestros ojos, y nuestro corazón, y negamos lo que pasa a nuestro lado. En ocasiones negamos las cruces que nos rodean… “eso no va conmigo”, “yo que voy a hacer”, “yo no tengo la culpa”… Pero en otras ocasiones, en tantas y tantas ocasiones, nos negamos a ver los brotes de resurrección que nos rodean y pisoteamos la hierba verde que nace en las vidas de nuestros hermanos y hermanas.
Y tú, ¿estás dispuesto a velar para descubrir al resucitado? O por el contrario ¿prefieres mirar para otro lado y ser cómplice del no querer ver?

No hay comentarios: